lunes, 28 de febrero de 2011

Las enfermedades raras


Olimpia nunca fue una niña normal. Se había despertado en este mundo con una insuficiencia respiratoria que no la había dejado casi crecer, no la había dejado disfrutar de los días de juegos de sus hermanos y no la había dejado comerse los pasteles de chocolate que tanto le gustaban. No diagnosticaron bien su enfermedad hasta que pasó su sexto cumpleaños, y la cura no era posible después de todo. No recordaba haberse puesto muy triste cuando sus papás se lo explicaron. Ella solo quería un poco de pastel de chocolate y a su hermana Amalia para jugar con las muñecas.
Recordaba ver a mamá muchas veces, con las lágrimas en los ojos sin saber porqué. Ella no podía ir al cole como los demás. O si iba, no podía jugar como los demás. Cómo era tan “finilla”, los niños le decían “tirisillas” y nunca la invitaban a sus fiestas porque ella no jugaba.
Pero poco a poco eso tampoco le importaba. Tenía un año más pero sus pulmones cada vez la cansaban más.
Ahora solo recuerda el color de los globos que todos los niños del patio soltaron el día que ella pisó el cielo. Había amarillos, sus preferidos, rosas, blancos, azules y verdes. El más bonito fue el que le pintó su hermana, pero ella no podía cogerlos, solo verlos. Esos globos que había esperado tanto tiempo llegaban en un día soleado regado por las lágrimas de su mamá que la despedía desde el suelo…

No esperemos a que los globos de Olimpia suban al cielo con ella, luchemos porque ella los pueda disfrutar en esta tierra junto con su tarta de chocolate y sus juegos de muñecas.

Por todos los niños y los adultos que se levantan cada mañana luchando por un mundo más justo, por un mundo que los olvida porque son los “raros”.

1 comentario:

  1. Me ha encantado y entristecido a la vez!
    Sorprendente, como siempre!

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