Me he sentado en el sofá y me has mecido.
He sentido el cálido abrazo de un ser querido, que te protege, acurruca tu cuerpo mientras calma tu mente. Y he pensado que la fortuna había llegado en ese preciso momento. En ese instante casi eterno, he comprendido lo que otras no han tenido.
Me ha pasado por la mente el conjunto de madres, queridas, hijas, desposadas, desterradas, hermanas, compañeras, fulanas, reinas o plebeyas que han pasado sin dejar huella. Las que hemos olvidado porque nadie habló de sus rasgos ni sus mentes, las que nadie alabó porque eran indiferentes, las que se levantaban cada mañana sin esperar a cambio una mirada. Las que lloraban sin poder amamantar a sus gentes, las que violaban porque eran “perros de mala muerte”, las que maltrataban porque no servían para nada, las que han ido y han vuelto con la espalda ensangrentada y el alma desgajada, las que afrontan cada día el sol de la mañana y se mantienen solemnes ante la injusticia de su vida,…
Por todas las que no han recibido ese abrazo y por todas las son afortunadas….quiero dar las gracias.
Como siempre, suelo tener la primicia de tus entradas y, como siempre de nuevo, me parecen ESTUPENDAS PEQUEÑAS OBRAS DE ARTE!
ResponderEliminarEsta en concreto es una reflexión bastante profunda, sincera y real.