lunes, 24 de octubre de 2011

LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ANA


Ana no es normal. Pero no es su silla, sino su fuerza la que la saca de la normalidad. Ana se levanta cada mañana y nunca se pregunta a quién va a ayudar. Como a todos, a veces los días nos aparecen grises, y es entonces, cuando ella se viste con su jersey rosa y su mejor sonrisa. Enchufa su silla y toma la calle como si fuera toda suya.
Ella no sabe que la gente la mira. A veces sorprende a alguien fijándose y lo argumenta pensando en su silla. Pero no se da cuenta de que la gente la mira porque va siempre con la sonrisa puesta.
¿Quién dice que los días son fáciles? Pero los suyos son menos. Su ducha o su peinado, aunque perfectos, siempre son más lentos. Pero no importa, ella se ha levantado, se ha animado y ha ganado.
Día a día gana la batalla, por eso todos la miramos cuando pasa. Su luz, a la que ella es inmune, alumbra a los demás. Su sonrisa fortalece al que tiene cerca, su ejemplo es anormal y su generosidad desborda. Por eso, la importancia de llamarse Ana, por ser nuestro ejemplo día a día y noche tras noche.

Gracias por estar ahí.

lunes, 29 de agosto de 2011

ESPERANZA


Esperanza se despertó pronto aquella noche. Se desperezó y empezó a bostezar. Tenía esa rara costumbre de bostezar varias veces seguidas antes de despejarse. Se sentía feliz. Le gustaba oír la respiración de su madre cuando estaba tranquila. Eso sólo ocurría por las noches, y no todas. Pero le encantaba despertarse en medio de la noche y sentirse segura, tranquila, llena de paz.
Cuando era de día su mamá siempre le hablaba, pero no paraba de moverse, siempre estaba ajetreada y pasaba la mayoría del tiempo fuera de casa. Iba a limpiar al chalet de María, que era la señora con la casa más grande de aquella zona y le hacía la comida, cuidaba a Belén por la tarde, una anciana que siempre le contaba cuentos. Y cuando llegaban las ocho corría a su casa para tener todo preparado. También conocía a Sergio, era su hermano. Le gustaba. Él era el que le contaba muchas cosas aunque a veces también la empujaba. Y un día sin saber por qué le dijo a mamá que la culpa de todo la tenía ella. No sé que le pasaba a mamá pero debía estar muy triste porque solo lloraba.
            Esta noche no sabía porqué se había despertado tan pronto. No oía nada raro y cómo estaba todavía cansada decidió cerrar sus ojos y acurrucarse un poco antes de empezar su actividad diaria. No había pasado ni un minuto cuando volvió a sentir ese fuerte impacto. No sabía de donde venía. Ahora agudizó su oído. Su mamá también se había despertado, nerviosa. Su corazón empezó a moverse más rápido. Gritó. Y se cayó. Ella volvió a recibir otro golpe. Y otro y otro. Oía la voz de Paco. No quería llamarlo papá porque no era bueno con mamá. Siempre le gritaba e insultaba a mamá y a Sergio cuando estaba nervioso o si la comida estaba salada. Por eso mamá siempre estaba fuera de casa.
Ella sabía que mamá se quería ir lejos. Pero no podía hasta dentro de un tiempo. Algunas noches cuando estaba tranquila su mamá le contaba cómo iban a vivir felices lejos de Paco. Sergio, ella y su mamá se irían a una ciudad grande donde hubiera columpios y ferias y no oirían nunca más esos gritos. Ahora sólo sentía golpes. Oía a su mamá casi sollozando, y ella también empezó a sentir las lágrimas en sus ojos por no poder ayudarla. Le suplicaba.
-“Por favor Paco, con ella aquí no. Por favor. Me dijiste no que no me tocarías hasta que ella estuviera fuera. Por favor nos vas a matar.”
“Esa es de otro, so puta. Me engañas y lo sé. Te voy a matar y a ese monstruo también”.
Después de sentir un fuerte dolor en su nariz, oyó como su mamá le decía a Sergio que saliera y avisara a su abuela. Paco intentó cogerlo, pero Sergio veloz se fue corriendo calle abajo. Ellas se quedaron allí, acurrucadas en un lado, con aquel enfurecido monstruo que había tomado diez cervezas de más y se creía más grande que nadie. Seguía golpeando a su mamá que ya casi ni susurraba.
Antes de que Sergio volviera, él la golpeó tan fuerte que ella se retorció. Cerró los ojos y a lo lejos oyó una sirena. Cuando los abrió la luz la cegó. Su mamá estaba allí tirada a su lado. Con todo el camisón rojo.
La gente se agolpaba alrededor. Sergio se abrazaba a ella que con sus ojos cerrados ya no se movía. Todos hablaban atropelladamente. Los médicos con sus máquinas pusieron muchas cosas por en medio. 
Pero la pesadilla había terminado.
Esperanza nació el día que su mamá murió a manos de un bárbaro que la maltrató hasta quitarle lo que más quería, a su hija Esperanza. Solo recordaba la voz de su madre, y su leve mecer antes de dormir. Oía las sirenas. Quería irse con su mamá. Al cielo, donde estaban las personas buenas y donde su padre no podría tocarlas más. Le dio pena de Sergio, crecería solo. Terminó cerrando sus ojitos una hora después de dejar el vientre de su mamá. 
Y el cielo acogió a estas criaturas para darles la paz que siempre habían merecido.

martes, 22 de marzo de 2011

A MAMÁ


Eres el ángel que tenemos cerca
Eres la persona que todos quisieran
tener como esposa, hija, madre, abuela o hermana
Porque eres la luz de un mundo que a veces
Se vuelve tinieblas.
Eres nuestra voz en el silencio y nuestro aliento
En cada duda, en cada batalla y en cada desaliento
Eres todo lo que alguien sueña ser:
        El agua en un camino desierto
       Las estrellas en una noche de verano
      La sonrisa en una fiesta
Y el abrazo en una pena.
Eres esa mano que se acerca
A curarte cuando ya no puedes.
Y eres tantas cosas
Que nadie puede pensarte
Sin agradecerte...

miércoles, 2 de marzo de 2011

A todas las mujeres


Me he sentado en el sofá y me has mecido.
He sentido el cálido abrazo de un ser querido, que te protege, acurruca tu cuerpo mientras calma tu mente. Y he pensado que la fortuna había llegado en ese preciso momento. En ese instante casi eterno, he comprendido lo que otras no han tenido.

Me ha pasado por la mente el conjunto de madres, queridas, hijas, desposadas, desterradas, hermanas, compañeras, fulanas, reinas o plebeyas que han pasado sin dejar huella. Las que hemos olvidado porque nadie habló de sus rasgos ni sus mentes, las que nadie alabó porque eran indiferentes, las que se levantaban cada mañana sin esperar a cambio una mirada. Las que lloraban sin poder amamantar a sus gentes, las que violaban porque eran “perros de mala muerte”, las que maltrataban porque no servían para nada, las que han ido y han vuelto con la espalda ensangrentada y el alma desgajada, las que afrontan cada día el sol de la mañana y se mantienen solemnes ante la injusticia de su vida,…

Por todas las que no han recibido ese abrazo y por todas las son afortunadas….quiero dar las gracias.

lunes, 28 de febrero de 2011

Las enfermedades raras


Olimpia nunca fue una niña normal. Se había despertado en este mundo con una insuficiencia respiratoria que no la había dejado casi crecer, no la había dejado disfrutar de los días de juegos de sus hermanos y no la había dejado comerse los pasteles de chocolate que tanto le gustaban. No diagnosticaron bien su enfermedad hasta que pasó su sexto cumpleaños, y la cura no era posible después de todo. No recordaba haberse puesto muy triste cuando sus papás se lo explicaron. Ella solo quería un poco de pastel de chocolate y a su hermana Amalia para jugar con las muñecas.
Recordaba ver a mamá muchas veces, con las lágrimas en los ojos sin saber porqué. Ella no podía ir al cole como los demás. O si iba, no podía jugar como los demás. Cómo era tan “finilla”, los niños le decían “tirisillas” y nunca la invitaban a sus fiestas porque ella no jugaba.
Pero poco a poco eso tampoco le importaba. Tenía un año más pero sus pulmones cada vez la cansaban más.
Ahora solo recuerda el color de los globos que todos los niños del patio soltaron el día que ella pisó el cielo. Había amarillos, sus preferidos, rosas, blancos, azules y verdes. El más bonito fue el que le pintó su hermana, pero ella no podía cogerlos, solo verlos. Esos globos que había esperado tanto tiempo llegaban en un día soleado regado por las lágrimas de su mamá que la despedía desde el suelo…

No esperemos a que los globos de Olimpia suban al cielo con ella, luchemos porque ella los pueda disfrutar en esta tierra junto con su tarta de chocolate y sus juegos de muñecas.

Por todos los niños y los adultos que se levantan cada mañana luchando por un mundo más justo, por un mundo que los olvida porque son los “raros”.

jueves, 24 de febrero de 2011

Detrás de las cortinas...


Oír el miedo, ver el sonido de las balas y creer que ya has muerto es lo que sucede cuando te atrincheras detrás de las cortinas que tu madre te regaló en tu boda mientras en la calle hombres de boinas amarillas aporrean puertas y rompen ventanas con el único fin de encontrar opositores al régimen. Con el único fin de encontrarte. Escondido tras un sillón porque tú serás el siguiente solo piensas en que has hecho salir a tu gente de ese infierno no buscado y ni siquiera escuchado.
Porque tú estás en Trípoli, demasiado lejos del aeropuerto y demasiado cerca del tirano. Porque tú solo eras parte de una protesta que lo que pedía era un cambio y lo que encontró fue la respuesta de un descabellado Maquiavelo, armado hasta los dientes para deshacerse de todo bicho que lo moleste.

lunes, 21 de febrero de 2011

Protesta en el silencio


Nuestro relato nacional

El conjunto de ciudadanos que habitamos este país no ha movido las grandes manos que se alzan en las movilizaciones ocurridas por tantas y tantas cosas que anteriormente nos preocuparon. Hoy pasamos. Es lo que toca. Coyuntura del momento, habrá que aguantarse con la situación laboral. Buena frase repetida hasta la saciedad, en estos días de poca rebeldía.
Congéneres: ¡No habrá que aguantarse! Uno tendrá que arrimar el hombre, por supuesto. Pero que uno arrime el hombro, no significa que se tenga que tragar las malas gestiones y las coyunturas creadas sin rechistar si quiera.
Nos tocó este momento, jóvenes y mayores, pero no debe ser eterno.
¿Ustedes de verdad creen que nada puede hacerse por remontar esta realidad? ¿Ustedes creen que sindicatos, patronales y gobiernos liberan la batalla por la felicidad del más pequeño?
No nos quejaremos sin sentido, pero tampoco silenciaremos nuestro pensamiento. ¿Qué ha ocurrido con esa juventud que se manifestaba en contra del terrorismo o a favor del pacifismo? Señores, ¡qué se nos tiene que oír!
Que si uno no lucha por cambiar, tampoco lo harán los otros por nosotros. Que si no tenemos el derecho a exigir las responsabilidades, tampoco tenemos el deber de pagar las consecuencias.
Señores, siéntense antes de seguir leyendo y reflexionen. Se necesita un cambio consecuente, pero se necesita una población comprometida con su futuro, una que no guarde silencio.

martes, 8 de febrero de 2011

A la señora consejera de Educación, Ciencia y Cultura


Estimada consejera,

            Hace algún tiempo le oí pronunciar un discurso, que no debía ser político, pues no era el acto tal. Por aquel entonces yo era investigadora de la universidad de esta región. Usted, que como espero y debe, conoce los entresijos de la misma, comentó la labor que hacía su gobierno por mejorar la calidad de la investigación, el número de becas incrementado, la apuesta por la juventud y la educación de su región, y otro largo etcétera que no sé si recordará.
            También habló de las oposiciones a los Cuerpos Docentes de esta región, pues en ese momento los que la escuchábamos teníamos mucho que ver con ellas. Sin embargo, señora, me permito recordarle, que aquel acto era para apadrinar una generación de Psicopedagogos que no tendrán posibilidad de abrirse camino en el ámbito público, por lo menos en un futuro inmediato. Lo mismo ocurre con las generaciones de maestros que esta región ha cosechado. Y dígame si tienen derecho a dejar a todos esos opositores de Educación Primaria a la espera de otra modificación o de meses perdidos, cuando las plazas de muchos colegios, institutos o escuelas de adultos no se están cubriendo. Las personas a las que usted ha dejado “tiradas” vagarán por el territorio nacional o por el mundo entero con un título debajo del brazo que en este momento y en su “casa” no les sirve para nada. Porque dígame también ¿cómo es posible dar trabajo a todos estos nuevos diplomados, licenciados o graduados que salen de sus escuelas de Educación si no hay oferta pública y la oferta privada es mínima?
            Dígame, de corazón, que ustedes han intentado mejorar la educación y la calidad de la enseñanza, y entonces le comentaré todos los ejemplos que me rodean para poder hablar como hablo. Y le diré que si calidad es que una persona forme a un educador para dar clase a niños de tres años sin haber pisado un colegio, no la quiero. Que si la calidad es buscar interinos que tienen que preparar su docencia en días porque no pueden contratar a otras personas, no la quiero. Que si la calidad es sacar plazas de asociado para no pagarles tanto, no la quiero. Que si sus becas son para un empleo precario que no cubre la situación de desempleo ni piensan en el futuro, no la quiero.
            Tal es el caso, que si tuviera que aconsejar en este mismo momento a una persona querida le diría “Vete”.

domingo, 23 de enero de 2011

La carta más larga (A Mª José)


La carta más larga

No se acepta lo que se va de repente. Largas noches de soledad acompañan esta afirmación que en un solo instante entendí, al oír el golpe seco de una puerta, y un estallido en lo que me quedaba de aquel debilitado corazón que ya no siente. Noches enteras de agonía que sueñan con lo que podía haber sido y con lo que se esfumó sin comprender.
Una vida compartida que no llega a su final porque algún “hacedor” ha decidido traer la desgracia a nuestro techo. Unos planes rotos porque nos han sesgado la libertad. Un sueño que se ha vuelto una pesadilla porque ya no estás aquí para calmarnos, para ponernos en orden o para aliviarnos.
 Un momento en el que todo vuela y en lugar de ocupar la  silla en la que te sientas, quieres retroceder unos segundo y no oír a aquel que te habla de daño irreparable sin saber que, por momentos, también está desgarrando el corazón  del que escucha,  sin dejar la esperanza de la lucha.
Hoy, tan pocos amaneceres sin ti pero tantos segundos con tu ausencia, mi mundo se ha derrumbado sin posibilidad de construirlo de nuevo. Hoy ya no estás aquí.
Solo en el sueño vuelvo a ser libre. Cuando mis párpados se cierran, el corazón sueña contigo, mientras no aparto la mano de tu mano y vuelvo a escuchar tronar aquella puerta que se cerró tras mi esperanza desvanecida por una bata blanca y algunos datos que poco me interesan…Pero de nuevo me despierto y esos datos son ciertos.

Mi vida, ya no estas aquí, y yo como cada noche duermo en nuestra cama esperando que regreses, aunque solo sea en sueños, para regalarme otro instante de tu perfume o un roce de tu piel sin volver a esta cabeza loca que solo me recuerda tu risa y tu llanto, tu alegría y tu sufrimiento en este camino que (gracias a no sé qué) hemos podido compartir.
Gracias por hacerme saber lo que era la felicidad, gracias por darme estos dos hijos preciosos que ahora tanto te echan de menos, gracias por todo, ahora y siempre. Hoy te daría todo lo que no pude darte, y hoy te diría todo lo que no te pude decir.
                                              
                                                   Te quiero y te espero cada noche